Cuando se pierde una batalla, no tiene sentido mantenerse en el llanto y el odio. Lo que tiene sentido es indagar nuestros errores para no cometerlos nuevamente, así como las fortalezas del enemigo, de modo de derrotarle en la próxima batalla. Ese es el arte de la guerra en la cual el guerrero debe mantener su espíritu sereno y fuerte sabiendo que la muerte inevitable es honrosa en la batalla.
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