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Channel: Comentarios en: Filosofía de perdón (segunda parte y final)
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Por: Jeremías Perez

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Respecto a mi comentario anterior y a la respuesta de Daniel Ramirez, tres consideraciones.

1. No se necesita “mucha imaginación” para la interpretación que propuse en mi comentario anterior.

En el párrafo sexto del texto, se afirma que el culpable de lo inexcusable y aquel que vive en el rencor permanecen “enteramente ligados a su acto” y a sus estatus de criminal y víctima. A continuación, se afirma que si el culpable da inicio a un movimiento mutuo de acercamiento, ambos “recuperan una parte de sus estatus de persona humana, no enteramente criminal, no enteramente víctima”. Es decir, ambos recuperarían parte de su libertad humana, restringida por la ligación con el pasado. En el párrafo décimo, se aclara que el perdón libera una parte del fardo del pasado sobre el presente.

En los párrafos 16 y 17, se afirma que no se debe impedir el perdón, ya que este representa la posibilidad “frágil y escasa de restituir un orden inmaterial pero esencial en la experiencia temporal humana: que el futuro aparezca como futuro y no como proyección del pasado”, etc.

No entendí nada al revés. Mi breve comentario está perfectamente basado en el texto.

No sé si lo escrito representa con fidelidad lo que piensa el autor. Sin embargo, si efectivamente hubo algún malentendido, este se debe a que el texto presenta concretamente el perdón como posibilidad “frágil y escasa” de restituir un orden esencial en la experiencia temporal humana. Es decir, es como si no existieran muchas alternativas al perdón.

Esta forma de presentar el tema me sigue pareciendo una estrategia discursiva deshonesta, porque aunque el perdón realmente pueda ser liberador, sí existen alternativas, y eso es importante justamente porque representa una libertad esencial para las víctimas. Es incoherente decir que el perdón es una libertad y establecer un discurso en el cual parece que en realidad el perdón es necesario para la cura.

2. Por otra parte, mi comentario fue efectivamente interpretado al revés.

Cuando afirmo que la acción ciudadana puede resultar más liberadora que el perdón, está claro que dicha acción puede ofrecer la misma liberación que proporciona el perdón, y algo más. Es decir, lo que afirmé es que la acción ciudadana puede producirse junto con la cura, el cuidado de la memoria personal, de las huellas del pasado, etc., e ir incluso más allá de la cura personal.

Se necesita mucha imaginación para deducir que eso implicaría alguna contraposición entre lo histórico-colectivo y lo individual. En efecto, lo que afirmé es lo contrario. Traté de proponer que la acción política, la construcción activa de una memoria colectiva y otros tipos de acciones colectivas pueden ocurrir junto con la cura personal, como un “diálogo” entre lo histórico-colectivo y lo personal, y que el perdón no es necesario para la cura, aunque efectivamente sea un camino posible (obsérvese que repetí la palabra “poder” varias veces para evitar determinismos).

En ningún momento defendí que procesos históricos imposibiliten procesos individuales. Por el contrario, traté de defender la posibilidad y la conveniencia de que coexistan y se alimenten entre sí.

Si Daniel Ramirez recordó una época en que determinado marxismo era lo único que contaba en las ciencias humanas, es porque leyó su propia memoria, no mi breve comentario. Lo que afirmé en esta ocasión está bastante inspirado en Hannah Arendt, mencionada incluso por Daniel.

Cuando critiqué el perdón limitado a la conciencia íntima, no afirmé que el perdón no cure o se deba impedir. Solamente traté de defender que la cura y la acción política pueden potenciarse mutuamente, y que el perdón no es necesario, obligatorio. Por otra parte, comenté que la acción colectiva puede resultar más liberadora que el perdón limitado a lo individual. Por ejemplo, si hoy en Chile todavía no existe suficiente conciencia acerca del mal representado por la dictadura de Pinochet, eso es un riesgo para el futuro. Actuar para establecer una memoria colectiva puede ayudar a liberar el futuro del pinochetismo.

O sea, en mis afirmaciones subyacen temas como la dignidad de la política, o inquietudes como el riesgo de ocuparse exclusivamente de lo privado sin dar atención a lo público en momentos históricos cruciales.

3. No creo que en realidad haya ocurrido algún malentendido. Daniel Ramirez expuso una opinión pública, y he respondido no por ánimo de polemizar o agredir, sino porque me parece necesario el disenso en un momento histórico fundamental en Chile, pocos días después del 40o 11 de septiembre.

Si algunos piensan que lo más importante en este momento es que las víctimas perdonen o pidan perdón (!), me parece claramente que eso no solo es innecesario y no obligatorio, sino también secundario (e incluso ofensivo para algunas víctimas).

Discutamos primeramente la construcción efectiva de derechos, la banalidad del mal cotidiano, la importancia de establecer una memoria colectiva que permita dar vuelta la página de la historia, la posibilidad de que cura personal y transformación histórica se potencien entre sí, etc.


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